Las principales estrategias clave para el manejo sostenible y eficiente van desde la integración de prácticas agronómicas hasta el uso de tecnologías innovadoras.
Uno de los principales desafíos de la agricultura global, es el control de malezas, ya que causa pérdidas de hasta un 35% en los rendimientos de los cultivos.
En la agricultura actual, el control sostenible de malezas es esencial. El Dr. John Williams, (USDA/Universidad de Illinois), destaca la necesidad de un enfoque proactivo y multifacético. La dependencia excesiva de tácticas individuales ha generado la aparición de malezas resistentes, por lo cual, se debe enfatizar sobre la importancia de aplicar estrategias integradas de manejo.
En Argentina, la irrupción y rápida adopción de la siembra directa junto con los cultivos resistentes a glifosato han llevado a un aumento en el uso de herbicidas. Durante el transcurso de este período, la disminución en la rotación de cultivos y de modos de acción de herbicidas, también se asociaron con cambios en la dinámica de los ecosistemas de malezas. Todo esto se tradujo en una simplificación del proceso productivo mediante la utilización de un paquete tecnológico básico qué si bien permitió reducir costos y mejorar los rendimientos, también generó enormes desafíos, como la evolución de especies resistentes a herbicidas.
“La resistencia a los herbicidas, incluida la resistencia metabólica, está llevando a un examen de conciencia sobre cómo manejar hoy las malezas en los cultivos”, menciona Williams.
Evolución de malezas resistentes
Según un informe de la Red de Manejo de Plagas (REM) de Aapresid en Argentina, la primera resistencia se observó en el año 2001 en yuyo colorado (Amaranthus hybridus) resistente a imazetapir y clorimuron.
A partir de allí, se fueron incrementando los casos y las especies de malezas resistentes. Un estudio sobre la evolución de malezas resistentes en la agricultura argentina, determinó la existencia de 43 poblaciones de 24 especies de malezas resistentes a herbicidas en Argentina (Oreja et al, 2023). Según datos de la REM, actualmente ese número sería 46.
A este panorama, se suman a partir de 2010 (identificación de la primer resistencia múltiple en raigrás anual, Lolium multiflorum), los casos de resistencia cruzada y actualmente, al menos 11 de resistencia a varios grupos de herbicidas diferentes, eventos que crecen a una tasa de cuatro biotipos y dos especies por año con algún tipo de resistencia, según REM.
Los tres cultivos principales (soja, maíz y trigo) concentran el mayor número de especies y poblaciones resistentes. La soja lidera con 19 especies y 32 poblaciones resistentes (74%), seguida por el maíz con 13 especies y 17 poblaciones (40%). El trigo y la cebada tienen 10 y 9 especies resistentes, respectivamente.
Estrategias de manejo
La comunidad agrícola reconoce que el control químico como única práctica no es sostenible y es necesaria la integración de prácticas mecánicas, culturales y químicas.
La utilización de técnicas biotecnológicas para el desarrollo de cultivos tolerantes a herbicidas, como así también resistentes a insectos, es un valioso aporte a la construcción de una agricultura más eficiente y sustentable. En 2022, la superficie mundial sembrada con cultivos modificados genéticamente (MG) se incrementó en un 3,3% respecto al año anterior, alcanzando 202,2 millones de hectáreas, una nueva superficie récord, según el servicio GM Monitor de www.agbioinvestor.com.
En pos de sumar esfuerzos para una mayor sustentabilidad del agroecosistema, es necesario diseñar un sistema integrado, combinando las siguientes herramientas de manejo:
- Constante monitoreo del cultivo, ya que permite identificar de manera temprana la aparición de las malezas y plantear tratamientos adecuados.
- Uso de cultivos de cobertura, porque su inclusión dentro del período de barbecho ayuda a disminuir los tiempos de suelo desnudo, brindando un gran control de las malezas con las que conviven, por competencia de luz, agua y nutrientes, así como por efectos alelopáticos en algunos casos. El grado de control de malezas proporcionado por los residuos de los cultivos de cobertura puede variar de acuerdo con las especies, la biomasa de los residuos y las especies de malezas. La supresión de las malezas por estos residuos aumenta de acuerdo con una relación exponencial negativa a medida que aumenta la biomasa, pudiendo reducir la emergencia de aquellas hasta en un 90%. En definitiva, todo esto se traduce en menos cantidad de herbicidas en el cultivo siguiente.
- Barbecho corto o largo, que permite tener un mayor control sobre la superficie del campo y comenzar la siembra sin la presencia de malezas, además de facilitar el descanso del suelo. El largo del barbecho estará definido por la rotación de cultivos. Esto impactará profundamente en la planificación del barbecho, siendo más complejo cuanto más largo, ya que la presión de selección con herbicidas es mucho mayor que frente a un barbecho más corto a causa de una mayor intensidad de rotación.
- Aplicación dirigida de herbicidas (pulverizadores inteligentes), porque ayuda a la sustentabilidad del ecosistema aplicando producto de forma inteligente sólo sobre las malezas nacidas, además de generar una disminución importante de costos.
- Utilización de herbicidas residuales, ya que su acción permanece en el suelo tiempo después de ser aplicados.
- Reducción de la distancia entre surcos, para cerrar los espacios entre líneas y así desfavorecer las condiciones para el desarrollo de aquellas malezas que aparezcan de manera tardía.
- Prevenir la proliferación de los bancos de semillas de malezas, contemplando las recomendaciones citadas anteriormente como así también el uso de dispositivos “destructores de semillas” montados sobre la cosechadora, los cuales logran reducciones de hasta un 90% del banco de semillas de las especies objetivo (normalmente aquellas de mayor tamaño).
El manejo de malezas ha dejado de ser una práctica a corto plazo y, si bien al complejizar sus métodos también se han elevado sus costos, el objetivo principal ya no es el de preservar la próxima cosecha, sino alcanzar la sostenibilidad del cultivo y de toda la actividad agrícola. Invertir tiempo, capital y energía en un control integrado no sólo permite disminuir esfuerzos a futuro, sino que también es un enorme aporte al cuidado del ecosistema y la salud en el largo plazo.
Desde DBNBC trabajamos en la investigación y desarrollo de tecnologías innovadoras de los principales cultivos agrícolas para garantizar la seguridad alimentaria y aportar a la sustentabilidad del medio ambiente.
Prensa DBNBC
Fuentes consultadas:
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/wre.12613